Un psiquiatra, interesado en la cultura, diría al observar
los autorretratos de Albrecht Dürer (Durero) que reflejan una alteración
conocida en la clínica, también en la literatura, como narcisismo. La verdad es
que para la historia del arte nada importaría, sus cuadros son expresión de
inteligencia y de belleza, y los desórdenes mentales de su autor deberían quedar al margen. No en vano se ha
señalado que la genialidad va unida a la locura. Problema distinto es cuando esa
enfermedad es padecida por un político, sobre todo cuando ostenta la
presidencia de un gobierno aunque sea en funciones. ¿Cómo se le ocurrió a Pedro Sánchez
comprometerse a traer a Puigdemont, como si pudiera dar órdenes a la Fiscalía y
a nuestros tribunales? ¿Es un niño bravucón? Haya alcanzado o no la madurez, lo
cierto es que su comportamiento resulta irresponsable y muy peligroso por
varias razones:
Primero.-Sus palabras afectan a la separación de poderes,
cuyo respeto es uno de los requisitos necesarios al juzgar el carácter democrático
de un Estado. Pedro Sánchez, por ignorancia o infantilismo, parece no darse
cuenta que los inconvenientes que tenemos para la entrega de los rebeldes a la
acción de la justicia derivan de una profunda desconfianza sobre el normal
funcionamiento de nuestro sistema, no ya estrictamente del poder judicial. El
problema es que ningún país civilizado puede comprender como un conflicto de la
gravedad del catalán ha sido imposible resolverlo en su terreno normal, el
político.
Los independentistas han atacado nuestras instituciones de
una manera claramente criminal, al desobedecer reiteradamente las órdenes del
Tribunal Constitucional y alzarse, con el auxilio de las masas afines, al
objeto de conquistar el poder en Cataluña. Es cierto que, por torpeza de
nuestra clase política, se ha judicializado una cuestión que debía haber sido
resuelta mucho antes en el terreno parlamentario y de la palabra, pero eso es
otra cuestión. El hecho es que de una manera desleal, y estrictamente penal que
es lo decisivo, nos encontramos ante la imputación de conductas criminales. Todo
eso hay que saber explicarlo para evitar las dudas de los jueces extranjeros. Manifestaciones
como las de Pedro Sánchez favorecen la estrategia de los enemigos de del
Estado.
Segundo.-España ha tenido presidentes de gobierno de muy
diferente estilo. Los ha habido claramente intelectuales, caso de Manuel Azaña,
que también lo fue de la II República, brillantes como Felipe González,
prudentes y serios como Rajoy, también algún memo hay que reconocerlo. Pero
personas que pongan claramente en peligro nuestras instituciones hubo una, Santiago
Casares Quiroga. Parece que ahora quiere unirse a él Pedro Sánchez. En el
debate electoral señaló, de manera orgullosa, que contaba como futura
Vicepresidenta con Nadia Calviño. Y es cierto que tiene en su Gabinete excelentes
Ministros, la señalada y Josep Borrell por ejemplo. ¿Por qué no se deja
aconsejar por ellos?
Este país no se merece estar a merced de personas que no
sólo protagonizan una moción de censura aliadas con independentistas, son
también incapaces de formar gobierno y terminan, con sus imprudencias, poniendo
en peligro el prestigio del Estado
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