jueves, 17 de septiembre de 2020

¿Y si se encierra? El Mundo Madrid

El tópico marxista, reflejado en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, según el cual la historia se repite dos veces, la segunda en forma de comedia, no siempre es verdad. Al menos en  lo que se refiere a quienes quieren propiciar un  nuevo de golpe de estado en Cataluña. Nos referimos a las palabras de Quim Torra sobre su reacción ante la posibilidad de una sentencia del Supremo confirmatoria de su inhabilitación. Desde luego  puede parecer surrealista encerrarse en una habitación de la Presidencia de la Generalitat pero, por ridículo que sea, sus efectos pueden resultar dramáticos para una sociedad tan vulnerable como la española. Convendría precisar:

 

Primero.-El artículo 118 de la Constitución española establece taxativamente lo siguiente: “Es obligado cumplir las sentencias y demás resoluciones firmes de los Jueces y Tribunales, así como prestar la colaboración requerida por éstos en el curso de un proceso y en la ejecución de lo resuelto”. Si Torra se negase a acatar el fallo incurriría en nueva responsabilidad, y nuestros tribunales  dispondrían de todos los medios para la ejecución de lo que disponga. En un Estado de Derecho nadie puede dejar de cumplimentar lo acordado por los jueces.

 

Segundo.-Además, si el Sr. Torra provocase con su incumplimiento  manifestaciones o desórdenes de carácter violento, o actitudes de resistencia activa de esa índole, incidiría inmediatamente en actos de análoga tipificación a los que fueron imputados a los protagonistas del denominado “procés”. No hace falta recordar, por otra parte, que en nuestra opinión siempre ha podido considerase palmaria la participación del referido señor en actos que expresan una continuidad delictiva con los  protagonizados, sea cuál sea la forma en que se califiquen, por el Sr. Puigdemont.

 

Tercero.-El problema es que nuestros jueces y tribunales se encuentran solos frente a los “golpistas”. Nadie en su sano juicio puede considerar normal que, mientras se sustancian unas diligencias sobre la desobediencia del Sr. Torra, nuestro gobierno quiera reanudar las conversaciones sobre Cataluña con las fuerzas políticas que se levantaron en su día. ¿Con qué tranquilidad lo contemplarán los ciudadanos que defienden nuestro ordenamiento jurídico?

 

Claro que es necesario dialogar, Cataluña se ha convertido en un problema político que imposibilita la convivencia. Se puede hablar sobre una reforma de carácter federal, nuestro país es ya materialmente una federación, sobre la potenciación de los signos catalanes de identidad, o incluso de una capitalidad compartida con Barcelona. Pero no se puede ceder sobre la soberanía española en su conjunto. Y a veces da la impresión de que todo es posible…¿No comprenden nuestros representantes que ya nadie del resto del Estado quiere residir en Cataluña con lo que supone de abandono, incluso electoral.

 

Se mire como se mire, un gobierno que se apoya en fuerzas independentistas puede ser objeto de chantaje, ¡y ya está bien! No parece una política honesta buscar la conservación del poder a toda costa. En 1934 el Estado supo defenderse, ahora parece que no.

 

 

 

 

 

 

 

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