martes, 4 de diciembre de 2018

Vox no es un partido fascista hoy. El Mundo. Madrid


“Cuando yo uso una palabra – dijo Humpty-Dumpty con un tono burlón – significa precisamente lo que yo decido que signifique: ni más ni menos”. Lo decía Humpty-Dumpty, y lo dicen siempre los que mandan, los que tienen capacidad para adulterar el lenguaje. Así, se llega a afirmar con rotundidad, a raíz de las elecciones en Andalucía, que Vox es un partido fascista, y la verdad es que los que lo dicen no tienen mucha idea de lo que fue el fascismo, ni tampoco lo han combatido nunca. Para bien o para mal, Vox no es más que la reacción de una parte del pueblo andaluz a la torpeza y dejación de los partidos estatales con respecto al problema catalán. Caso contrario, el porcentaje de votos que han conseguido sería mucho menor. Es una cuestión elemental:

Primero.-El Partido Popular, al menos desde un punto de vista político, incurrió en clara dejación de sus responsabilidades en Cataluña. Con independencia de la categoría personal de Rajoy, lo cierto es que en esta materia se abstuvo de actuar. No tuvo ni la energía, tampoco la grandeza y altura de miras necesaria para afrontar el problema. No se planteó siquiera el mantenimiento del art. 155 de la CE cuando jurídicamente existían posibilidades reales para ello. Decepcionó en consecuencia a sus votantes.

Segundo.-El Partido Socialista tan próximo a lo mejor del catalanismo y a su historia, no podemos obviar la brillantez de Borrell, en los últimos tiempos ha dado la impresión de ser capaz de aliarse a los independentistas con tal de permanecer en el poder. Si la moción de censura hubiera estado basada en la corrupción del PP, Pedro Sánchez tendría que haberse limitado a convocar elecciones y punto. Conservar el gobierno implica dar posibilidades a quienes mantienen viva una rebelión política, jurídica también si hacemos caso al profesor Enrique Gimbernat.

Tercero.-Un partido es de extrema derecha cuando propugna la vulneración de la legalidad, fomenta la violencia y pretende la eliminación de los derechos fundamentales y las libertades públicas. Eso es lo que hizo la dictadura franquista, y así en sus comienzos fue calificada justamente como fascista. Vox, por ahora, no ha hecho nada de eso. Si lo hiciera, sería legítimo volver contra ellos a las barricadas. Mientras tanto, su discurso no constituye más que parte de una reacción contra el abandono de una política clara en materia territorial, todo lo demás es accesorio.

Enmanuel Macron ha dicho de manera bien brillante que el nacionalismo constituye una traición al verdadero patriotismo. Es cierto, ya afirmaba Manuel Azaña que ser patriota español no significaba otra cosa que defender el caudal  de belleza, bondad y cultura que España había aportado al mundo. Y dentro de ese caudal está lo que nos ha dado Cataluña. Pedro Sánchez no parece haberse dado cuenta que con sus pactos, aunque sean meramente tácitos, con los independentistas está traicionando el amor que una parte importante del pueblo español siente por Cataluña. Es suicida abandonarla a su suerte, porque es de todos nosotros. El éxito de Vox forma parte de esa reacción, su torpeza y la del PP lo han creado.


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