jueves, 11 de octubre de 2018

Borrell y la información privilegiada (no publicado en prensa)



En 1874, el profesor de pintura y dibujo español, Pere Borrell del Caso pintó un excepcional cuadro, Huyendo de la crítica,  que se conserva en la colección del Banco de España en Madrid, y ha sido expuesto en las galerías más prestigiosas como en la National Gallery of Art de Washington. Es la representación perfecta del engaño de los sentidos, una imagen en la que un niño parece salir de un cuadro de manera tan realista que cualquiera se lo cree. Constituye el más claro exponente de la técnica artística del trampantojo. Pues bien, hoy mismo otro Borrell, Josep, ministro, catedrático e ingeniero aeronáutico, antiguo Presidente del Parlamento Europeo, y la personalidad de lejos más brillante de nuestro actual Gobierno puede estar siendo objeto de una trampa similar. Veamos:

Primero.-Desde hace muchos siglos, los juristas sabemos que la inmensa mayoría de los actos de los hombres son equívocos, pues son interpretables de infinitas maneras. Sólo cuando se conviertan en inequívocos, sean claramente reprobables, puede la sociedad actuar. Mientras tanto, sólo cabe afirmar que Borrell ha sido sancionado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores, lo que nada nos asegura sobre la naturaleza, gravedad ni siquiera realidad del uso de "información privilegiada" del que se le acusa, probablemente ninguna dada la cuantía de que se trata. Pero aunque fuera cierta, la levedad de la cuestión convierte en desproporcionada la sanción efectiva, es decir su exposición pública. En la práctica, puede constituir una manera interesada de debilitar su posición política

Segundo.-Es cierto que nuestro actual Gobierno debería haber convocado  elecciones inmediatamente después de la moción de censura, mantenerse gracias a los independentistas le hace perder todo tipo de legitimidad. Y es cierto también que las relaciones de una ministra con los bajos fondos, allí donde se generan chantajes y miserias, sería suficiente para su inmediata dimisión. Pero la oposición no puede desarrollarse en base a chismes y denuncias, es demasiado bajo. Combatir al Gobierno mediante la práctica de sacar trapos sucios de unos y otros no me parece demasiado ético, tampoco elegante.

Tercero.-Decía Ortega y Gassett que una característica de nuestro país, y escribía en 1921, era incidir en el “error inveterado en la elección de personas, la preferencia reiterada  de lo ruin a lo selecto [que constituye] el síntoma más evidente de que no se quiere hacer nada, emprender nada, crear nada” porque cuando se tienen ideales “se acaba siempre por buscar los hombres más capaces de ejecutarlo”. En un momento en el que una parte del territorio español, tan nuestra y querida como Cádiz o Valladolid, dirigida por presuntos delincuentes irresponsables, pretende abandonarnos, no podemos combatirlos con prácticas inquisitoriales.  Un mínimo de estilo, por favor. Y también de la piedad que siempre reclamó Albert Camus. ¿De qué sirve hundir a Josep Borrell?

España es un patrimonio que nos han transmitido las generaciones anteriores y que, como decía Azaña, supone “un caudal de belleza, de bondad y libertad, en suma, de cultura, que es lo que nuestro país, como cada país, aporta en definitiva a la historia como testimonio de su paso por el mundo”.  Habría que pedir a unos y a otros, por supuesto más a Pedro Sánchez y sus irresponsables asesores, pero también a la oposición, que muestre algo de categoría en su manera de actuar.  Nos estamos jugando nuestra pervivencia como Estado. Buscar continuamente los pecados del contrario, removiendo sus papeles e historia, era una de las características más viles de la Santa Inquisición.

Si no mostramos un poco de grandeza, este país se terminará de hundir. Ya casi no merece la pena seguir las noticias. Y, desde luego, Borrell es uno de los pocos activos que tenemos en este gobierno. ¿O es el único?



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