martes, 9 de febrero de 2010

La historia de los vencedores


Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores, pero es algo más: reinterpretan los hechos de una manera que no pueden ser explicados sin su victoria. Por ejemplo, el universo que creamos los hispanos en los siglos XVI y XVII, y que logró defenderse a todo lo largo del XVIII, fue arrojado a las cavernas no sólo por una eficaz propaganda, la “leyenda negra”, tan excelentemente estudiada por Julián Juderías, o recientemente por Joseph Pérez, sino porque a partir de entonces el mundo no pudo entenderse en forma distinta a la de la separación entre la Iglesia y el Estado, el espíritu de empresa, la tolerancia y la libertad de los pueblos. Las potencias protestantes crearon un marco ideológico que carecía de intersticios, y España quedó situada fuera del mismo.

Desde ese momento, la única opción que nos quedaba era la puramente defensiva: si habíamos aniquilado a los indios, los ingleses también lo habrían hecho, y aún más cruelmente. Si expulsamos a los judíos en 1492, los franceses habrían actuado en la misma forma sólo que un siglo antes, cuando todavía no existía la imprenta; y aun aceptando que la Inquisición se hubiese comportado en forma represiva, al menos no habríamos desarrollado las quemas de brujas que proliferaron en el centro de Europa por caminos y aldeas. Sin embargo, de haber triunfado los españoles, nuestros enemigos hubieran sido descritos como simples rebeldes, piratas y herejes, que pretendían sabotear la idea de un Imperio al servicio de la cristiandad. Ellos habrían sido los malos y nosotros los buenos, y hubiera podido ocurrir porque la historia no está prefijada de una vez y para siempre, todo es posible.

Realicemos entonces un juego, avancemos en el tiempo hasta el año 2004. ¿Qué hubiera pasado si las elecciones las hubiera ganado el PP? Entre otras cosas, una segura: Los atentados del 11 de marzo hubieran sido interpretados en forma radicalmente distinta a la que se ha venido haciendo desde los círculos del poder. Se nos podría decir que si hubieran mantenido la imputación de ETA, la falsedad habría sido tarde o temprano descubierta. No se trata de eso, sería muy burdo. El problema está en que, aceptando, el origen islamista de las bombas, las conclusiones a las que hubieran llegado serían completamente distintas. Y no mentirían, o lo harían en la misma medida en que lo hace el PSOE.

Los hechos son siempre tan complejos que cualquier narración a posteriori es siempre interesada y parcial, falsa por tanto. Los científicos lo saben, en tanto que los políticos, por lo menos los actuales, simplifican por razones de propaganda, que es tanto como decir pura y simplemente electorales. Lo malo es que a veces de tanto simplificar da la impresión de que unos y otros nos toman por tontos.

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