martes, 19 de mayo de 2009

Complejo de víctima

Decía Vasili Grossman que “no hay inocentes entre los vivos, todos son culpables”; y ciertamente somos responsables de la inmensa mayoría de las cosas que nos pasan. Sin embargo, es mucho mejor entender que lo malo es una consecuencia de las acciones de los demás. A veces, tal tendencia conduce al delirio, sobre todo cuando piensas que el mundo se ha confabulado en tu contra. Es fantástico, las desgracias obedecen no a tu torpeza, falta de habilidad o inteligencia sino a una conspiración exterior que te impide triunfar. Es un buen negocio, de golpe y porrazo los sufrimientos cobran sentido: eres un héroe víctima de la perfidia de otros; el ego permanece intacto, se refuerza incluso.

Un pensamiento de esa clase puede ser utilizado en forma bien ventajosa, pues tus propias maldades serán realizadas por necesidad de defensa. Así, Artur Mas ha dicho que el comportamiento del público, en la final de la Copa del Rey, era el resultado de la hostilidad generalizada del Estado español hacia Cataluña. ¡Vaya por Dios! tienen una actitud deleznable, nos insultan y, al final, lo que ocurre es que son seres acosados, pobres víctimas que se han limitado a reaccionar: los culpables somos nosotros. Un desorden mental de esta clase, si es individual, será objeto de estudio por la psiquiatría; si se utiliza a nivel político, puede calificarse como demagógico, producto, a veces, de la pura y simple caradura.

Para colmo, nadie se ha dignado presentar ningún tipo de excusas, todo parece normal. No fue una acción aislada, daba la impresión de que la mayoría de los seguidores atléticos y blaugranas participaron de la bronca al himno nacional. En una sociedad que tuviese un mínimo de educación, lo lógico sería que los responsables de ambos clubs hubiesen rechazado el espectáculo. No ha sido así, todo lo contrario, lo único relevante parece haber estado en la censura de imágenes realizada por la televisión, lo que ha conducido a la dimisión del responsable de turno. ¿Por qué? Los televidentes no tienen la obligación de presenciar cómo se les ofende en público. Va a resultar que la persona más infeliz de todas, la que no supo cómo actuar, es la única que recibe las bofetadas. ¡Magnífico!

La paranoia es una enfermedad peligrosa, y si se desarrolla en forma colectiva mucho más. No puedes pasarte la vida echando la culpa de tus problemas a los demás, entre otras razones, porque terminarás cansando, haciéndote pesado e insoportable. Muchos españoles hemos admirado siempre a Euskadi y Cataluña, y lo seguimos haciendo a pesar de sus fobias, ¿no va siendo hora de que vayan al psicoanalista? Las terapias en grupo son más baratas, a veces dan resultado.

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