martes, 7 de octubre de 2008

La elección del constitucional

No ha sido infrecuente en la literatura jurídica preguntarse quiénes han sido los mejores jueces de de la historia norteamericana. Había mucho dónde elegir: John Marshall, Oliver Wendell Holmes, Benjamín Nathan Cardozo, James Kent…Todos ellos marcaron una espléndida época, la de la racionalidad en el Derecho. Y es que las elaboraciones de la Court Supreme de los Estados Unidos constituyen un magnífico ejemplo de cómo los tribunales pueden moldear una sociedad, Sus resoluciones transforman la realidad, la recrean a la medida de sus creencias. La belleza de sus planteamientos, incluso su perfección estilística, ha sido determinantes en la consolidación de sociedades libres y justas.

Los buenos jueces, en EEUU y en Europa, no sólo dominaban el Derecho, lo expresaban con tal claridad que los novelistas decían inspirarse en la lectura de sus sentencias: modelo de inteligencia y concisión. La leyenda, que siempre busca ejemplos hermosos, dice que la Comedia humana no hubiera sido posible sin ellas ¿Cómo encontrar personas así? En un primer momento se pensó que lo esencial era garantizar su honestidad, se planteaba como una cuestión moral. ¿Qué indivi¬duos estaban capacitados, por su bondad o sabidu¬ría, para impartir justicia?

Posteriormen¬te, el juicio moral se vio sustituido por el técnico. El conoci¬miento de la norma garantizaría la resolución del caso con arreglo a derecho. La eficacia de los tribunales, medida en términos de capacidad de sus miembros, es lo que les otorgaría el prestigio y credibilidad necesarios para su funcionamiento. Elegir a los Jueces se convertía así en un problema técnico, pues se trataba de buscar especialistas en derecho. Es verdad que aparecerán siempre factores ideológicos, y con mayor razón en un Tribunal como el Constitucional, en el que expresamente deben tenerse en cuenta pues el texto fundamental no puede entenderse sin un orden de valores.

Sin embargo, nadie con un mínimo de sensatez negará que lo decisivo debe ser el conocimiento. Hace bien pocos días en España las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas han procedido a presentar al Senado sus candidatos al Constitucional…Basta con leer sus nombres, se ha optado por hombres seguros y de fidelidad probada, su sabiduría no parece muy acreditada... Habría que recordar que Jean Cocteau afirmó que él no pertenecería a ningún partido porque correría el riesgo de perder su alma libre. A veces, los hombres así son necesarios, es su problema si la pierden, pero desde luego más valdría que se situaran lejos de la función de juzgar: sin imparcialidad no hay justicia.

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