Durante mucho tiempo
se pensó, a la manera de Thomas Carlyle, seducido por la idea de la relevancia
de los héroes, que eran
los grandes personajes los que daban sentido al universo. Es falso, sus
características son siempre moldeadas por la fuerza irresistible de la inmensa
mayoría. La tragedia del Gulag no es obra exclusiva de Stalin, fue una convulsa
y paranoica sociedad rusa la que lo creó. ¿Hubiera sido posible Napoleón sin el
proceso revolucionario iniciado en 1789? Para bien o para mal, son las masas
las que dibujan el mundo. Así, el significado de Franco no puede abstraerse de
la personalidad de nuestra nación durante gran parte del siglo XX. Igual que
Alemania fue culpable del fenómeno hitleriano,
y es perfectamente consciente de ello, España fue el país creador del
franquismo. Todos fueron responsables, desde los catalanes, ¿no han leído Los cipreses creen en Dios de
Gironella?, hasta los canarios. Es algo elemental:
Primero.-Franco careció de la grandeza
intelectual de Manuel Azaña, y de su conmovedora capacidad para pedir perdón.
Tampoco tenía la memorística erudición de Alcalá Zamora ni la calidad humana y
filosófica de Julián Besteiro. En cambio, representó perfectamente el miedo de
una parte importante de la sociedad española ante los desórdenes derivados del pistolerismo fascista y anarquista, y la
inseguridad que generó la lamentable revolución asturiana de 1934. Es indudable,
Franco se alzó militarmente en 1936 pero
la mitad de la sociedad española estuvo con él. Las elecciones celebradas en
febrero de ese año demuestran la división de nuestro país.
Segundo.-Nuestra Guerra Civil generó
personalidades trágicas, también valientes. Así, el famoso dirigente anarquista
Francisco Ascaso murió en Barcelona en los primeros días del Alzamiento, defendiendo
en las calles a la República. Por su parte, José Antonio Primo de Rivera fue
cobardemente asesinado en Alicante por sus ideas. A diferencia de ellos, Franco expiró en la cama con más de 80 años. Y
si lo consiguió fue porque, salvo al inicio del Régimen, la mayoría de los
españoles decidieron, por convicción o miedo, que era más sensato acomodarse a
la situación.
Tercero.-Franco fue un hombre vulgar, careciendo
de la grandeza de De Gaulle. Jamás intentó la reconciliación y, como muestra de
su crueldad, firmó penas de muerte hasta los últimos momentos. Sin embargo, esa
obstinada y vengativa personalidad nos reflejó muy bien. ¿No decía Pascal que
la piedad no era una virtud española?
Cualquier psicólogo de tres al cuarto
aconseja superar los traumas. Si al cabo de cuarenta años no somos capaces de
hacerlo con Franco, puede deberse a dos razones: necesidad de conocer la propia
historia, objetivo siempre legítimo, o búsqueda de enemigos imaginarios para mantener
interesadas posiciones de poder. Da la impresión de que es esto lo que nuestro
gobierno pretende. Si es así, es grave su responsabilidad pues divide a
una sociedad que necesitaría estar más
unida que nunca ante los ataques a su régimen constitucional. Además,
complacerse en la exhumación de cadáveres más bien recuerda el carácter
morboso, esencialmente descompuesto y enfermo, de nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario