La cosa juzgada era capaz de convertir lo
blanco en negro y lo cuadrado en redondo, al menos así lo creían los juristas
medievales. Los independentistas catalanes son más peligrosos, llaman ultimátum
a lo que es la continuación de un golpe de estado institucional más sutil que
aquellos que describía, en los años treinta del pasado siglo, el fascinante
escritor Curzio Malaparte. Cuando Pilsudski, Primo de
Rivera o Mussolini dieron los suyos nadie lo dudó. El problema es que Pedro
Sánchez, ahora, no sea capaz de reaccionar a tiempo o nos quiera engañar con el
lenguaje, lo que sería una auténtica irresponsabilidad por elementales razones:
Primero.-Un Gobierno
que dice representar al pueblo español no puede mantenerse por los votos de un
movimiento independentista que pretende destruir el régimen constitucional y
fragmentar el Estado. Además no lo ocultan, lanzan advertencias con plazo. La
moción de censura sólo podía estar justificada por razones éticas, eso dijeron.
Pretender gobernar a fuerza de novedades teatrales, sin programa, y con la
garantía de los antisistema no es un error, es una inmoralidad. ¿Qué diría
Julián Besteiro?
Segundo.-Un Presidente
de Gobierno, para conservar el poder, no puede renunciar a la política exterior.
¿No se da cuenta que por primera vez en siglos España puede maniobrar con
respecto a Gibraltar? No es capaz de hacer nada porque nuestra posición es
singularmente débil por temor a los chantajes derivados de Cataluña. ¿No se han
enterado tampoco de los problemas existentes actualmente en Melilla? Sin
presencia internacional, un país como el nuestro perderá posibilidades reales
de jugar a favor de sus intereses. ¿Qué diría Juan Negrín?
Tercero.-Resulta
suicida, de otra parte, que para no convocar elecciones se renuncie a la
presencia de la Jefatura del Estado en Cataluña. Si se acepta, de hecho estamos
legalizando la Republica. Es un problema puro y simple de inteligencia
política, pero también de dignidad. ¿Cómo se puede dejar solo a Felipe VI tratándolo
de apestado? ¿Les da vergüenza o tienen miedo? No puede limitarse la Monarquía
al resto del Estado español, si lo hacen legalizan el golpe. ¿Qué pensaría
Fernando de los Ríos?
No se puede gobernar
por razones de ego personal, o para conservar a toda costa el poder. Ni tampoco
cabe reunirse con Trudeau, por cierto sin tener la menor idea de la decisión
del Tribunal Supremo canadiense sobre Québec, mientras en España unos y otros,
también una poco responsable oposición, se dedican a mezquindades de todo género
mediante la práctica ruin de las delaciones y calumnias. La desgraciada
conclusión es que carecemos del estilo y la grandeza de ánimo que siempre nos
pidió Ortega. Si Pedro Sánchez no es capaz de inspirarse en antecesores como
Felipe González, Alfonso Guerra o Ernest Lluch, que bien amaba a Cataluña, lo
que debería hacer es convocar inmediatamente elecciones o se cargará este país
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