Hace bien pocos días, un amigo físico me ha informado de una interesante especulación científica según la cual nuestro universo formaría parte de un agujero negro. Teóricamente, en el centro de la galaxia existe uno que iría atrayendo a todo lo que se encuentra a su alrededor, al parecer no constituye un fenómeno aislado. Todo lo contrario, se repetiría con frecuencia en el cosmos. La novedad, apasionante desde luego, es que nosostros, a su vez, ya estemos en él. No sé que pensará sobre esto Stephen Hawking, probablemente que no se puede demostrar, pues no existiría observador externo que pudiera comprobarlo.
Sería desconcertante, sin embargo lo que está fuera de toda duda es que la realidad es casi imposible de conocer en su totalidad, pues la percibimos a la medida de unos sentidos siempre limitados. ¿Tiene algo que ver el mundo del murcielago con el nuestro? Nada, vivimos en universos distintos pues contemplamos cosas que el otro no puede captar. Es curioso pero lo mismo pasa entre los seres humanos, por ejemplo desde hace poco tiempo vengo siendo consciente de que la inmensa mayoría de los españoles está convencida de que nuestra política es real. Sorprendente, al parecer no son capaces de darse cuenta de que asistimos a una representación teatral del denominado género bufo.
A lo mejor, esta percepción falsa de las cosas es debida a que los actores son más bien malos, mantas incluso. De todas maneras, ¿cómo es posible que no noten que socialistas y populares no actúan en serio? Basta con acudir a una sesión del Congreso de los Diputados para comprobar que allí se está desarrollando una simple parodia del debate político, el que tiene lugar todavía en otros países occidentales. Por eso, los diputados aplauden apasionadamente a su líder, por muchos lugares comunes que sea capaz de repetir, fingiendo que comparten un sistema ideológico que no tienen. Y acuden, fin de semana tras fin de semana, a unos mítines preparados en el que todo el mundo se muestra entusiasmado, siendo así que a la inmensa mayoría de los asistentes les va el cargo en ello.
Es asombroso que nadie haya constatado la intensidad cómica de Leire Pajín o de Soraya. A lo mejor es que vivimos en un país que carece de sentido del humor, no sería nada extraño dada nuestra historia. Pero parece un poco fuerte que la mamá de la primera finja participar activamente en la vida municipal, y los demás se lo crean. En realidad, recibió clases intensivas en las prestigiosas escuelas teatrales de Gran Bretaña, aunque es cierto que no demostró mucho aprovechamiento. Estoy decepcionado, con una obra más divertida que las de Jardiel Poncela, la gente no se carcajea.
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