Es sorprendente la facilidad con que algunos comentaristas
opinan de causas judiciales sobre las que rige el “secreto del sumario”. Si los
documentos que figuran en el mismo no pueden ser conocidos en su plenitud,
¿cómo es posible sacar ninguna conclusión? Sorprendentemente lo hacen y además
con aires de infalibilidad. En el caso de la prisión preventiva de los Jordis,
Junqueras y Forn, se ha llegado a afirmar que no existe causa suficiente, y,
con respecto a la acusación por rebelión, que al no haberse podido constar un
alzamiento violento la tipificación resulta inadecuada. Si ello es así, y lo
afirman con rotundidad, podría pensarse que nuestros tribunales están
incidiendo incluso en un delito de prevaricación, lo que es singularmente grave
si se tiene en cuenta que se trata nada más y nada menos que del Tribunal
Supremo.
Los que así opinan no saben de los hechos, salvo
filtración completa altamente improbable, más que lo que usted y yo podemos
saber. Muy poco, lo que se reflejó en los medios de comunicación: intervención
de la Guardia Civil en la Consejería de Economía, su asedio por la muchedumbre,
el estado en que quedaron sus vehículos, el referéndum ilegal del 1 de octubre,
la actitud pasiva de la policía autonómica,
las cargas policiales, la declaración de independencia y la existencia
de una documentación en la que figuraría la “hoja de ruta del procés”, que es
crucial para averiguar la planificación de los hechos, y consiguiente voluntad
delictiva. Pues bien, si esto es lo único que pueden saber, ¿cómo es posible
que aseguren la inexistencia del tipo de rebelión”. Con independencia de que en
el “iter criminis” podrían darse también supuestos de tentativa, lo que no se
puede desechar sin más ni más, hemos de indicar lo siguiente:
Primero.-La conspiración existe, dice nuestro Código
Penal, cuando dos o más personas se conciertan para la ejecución de un delito y
resuelven ejecutarlo, y expresamente está castigada en los supuestos de
rebelión. ¿Cómo, sin conocer el sumario, puede afirmarse que no existió? Todo
lo contrario, de lo hasta ahora revelado, parece deducirse la realidad de un
acuerdo previo encaminado hacia la desconexión del Estado, proceso en el que
“podían llover hostias”, como afirman dijo el actual President del Parlement
Segundo.-Avancemos en los hechos, ¿no hubo violencia
alguna? Claro que la hubo, y en dos supuestos especialmente: en la intervención
en la Consejería de Economía y el 1 de octubre. Con posterioridad, también en
los distintos paros. La propaganda independentista alega que, en todo caso, lo
que habría es desobediencia, nunca un alzamiento violento y público. Tal
afirmación es falsa de toda falsedad pues la resistencia activa constituye pura
y simple violencia. Y muchos de los que participaron en el pretendido
referéndum la ejercieron. ¿Esa violencia fue prevista por los investigados? Eso
es uno de los objetos del sumario, y a priori nadie puede negar la existencia
de delito.
Tercero.- Es falso igualmente que el 1 de octubre el
objetivo fuese expresar el voto. Ése podía ser el de algunos ciudadanos
aisladamente considerados, a nivel colectivo de lo que se trataba era de
manifestar un rechazo al aparato del estado, y proclamar el derecho superior de
Cataluña a expresar su autodeterminación. Por tanto, sociológicamente se vivió
un supuesto claro de rebelión ciudadana. ¿Hubo también un delito de rebelión?,
eso es lo que tratan de determinar los tribunales de justicia? En principio, es
indudable que sí.
La cuestión es bien simple, el día del referéndum nadie se
encontró con un escenario idílico, todo lo contrario: tractores en los centros
de voto, vallas, multitudes en las puertas, ataques a la policía,
enfrentamientos de algunos mossos con miembros de la Guardia Civil…Las personas
convocadas fueron utilizadas, de existir un plan previo, para resistirse a la
policía, por tanto para emplear violencia contra violencia. Por tanto, por lo
menos en principio y a reserva de lo que resulte del sumario, podríamos
perfectamente hablar de un delito de rebelión. Poner en cuestión la
independencia de nuestra judicatura, sin base real alguna para ello, se nos
antoja bastante arriesgado e irresponsable, y no contribuye demasiado a
pacificar los ánimos.
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