El pobre Descartes inauguró la modernidad con su célebre “pienso luego existo”. Pero, ¿quién piensa? Nuestro cerebro es esencialmente químico, y tan ello es así que basta con tomar una pastilla de trankimazin, o cualquier otro psicotrópico, para analizar las cosas en forma completamente distinta: un depresivo en tratamiento continuado puede transformar su propia capacidad de percepción, y convertirse en un ser tranquilo cuando estaba torturado, u optimista cuando era incapaz de salir del más negro de los abismos. Nuestros genes nos programan, y vemos solamente lo que nos dejan ver. ¿Quién nos puede asegurar que existe una realidad, o que ésta es tal como creemos contemplarla?
¿Tiene existencia el mundo exterior? ¿La tienen nuestros amigos o nuestras amantes? Segismundo decía que “la vida es una ficción, una sombra, una ilusión”, y tenía razón. En el “show de Truman”, de Peter Weir, su protagonista cree desarrollar una vida normal cuando está inmerso en una serie televisiva dedicada a observar su personaje desde el nacimiento hasta la muerte: relaciones amorosas, trabajo y contratiempos son provocados por el realizador al objeto de aumentar los índices de audiencia. ¿Formamos parte también nosotros de un Gran Hermano colectivo? No tenemos manera de comprobarlo, aunque a veces lo parece.
Si así fuere, en España al menos, el guionista del espectáculo posee singulares cualidades para el humor. Lo que ha ocurrido en Barcelona con unos sinvergüenzas acompañados de un pretendido jeque qatarí, en realidad un camarero brasileño, reuniéndose con distintos presidentes de club de fútbol con el objetivo de engañarse los unos a los otros, supera a la mejor de las películas de Buster Keaton. ¿Y qué decir de las últimas fotos de los miembros del Poder Judicial con su nuevo mandamás al frente? Han hecho el mayor de los ridículos, se han denunciado los unos a los otros sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, con un grado de crueldad impropio de seres con un mínimo de piedad; algunos de ellos, además, olvidan sus propios gastos en distintos viajes de carácter cultural cuando, de nos ser miembros del Consejo, nadie los hubiera invitado ni a Alcorcón de los Ciruelos pues, al menos en una importante minoría, no han escrito ni un solo artículo doctrinal digno de ese nombre. No obstante, posan ante las cámaras muy contentos.
Al mismo tiempo, Zapatero es fotografiado con el cardenal Cañizares para desarrollar un debate intelectual. ¿De qué hablará? Nuestros políticos se han convertido progresivamente en cómicos, y no parecen ser conscientes de ello. Sin embargo…¿No será que mi propia estructura cerebral me está engañando? A lo mejor el tonto soy yo.
¿Tiene existencia el mundo exterior? ¿La tienen nuestros amigos o nuestras amantes? Segismundo decía que “la vida es una ficción, una sombra, una ilusión”, y tenía razón. En el “show de Truman”, de Peter Weir, su protagonista cree desarrollar una vida normal cuando está inmerso en una serie televisiva dedicada a observar su personaje desde el nacimiento hasta la muerte: relaciones amorosas, trabajo y contratiempos son provocados por el realizador al objeto de aumentar los índices de audiencia. ¿Formamos parte también nosotros de un Gran Hermano colectivo? No tenemos manera de comprobarlo, aunque a veces lo parece.
Si así fuere, en España al menos, el guionista del espectáculo posee singulares cualidades para el humor. Lo que ha ocurrido en Barcelona con unos sinvergüenzas acompañados de un pretendido jeque qatarí, en realidad un camarero brasileño, reuniéndose con distintos presidentes de club de fútbol con el objetivo de engañarse los unos a los otros, supera a la mejor de las películas de Buster Keaton. ¿Y qué decir de las últimas fotos de los miembros del Poder Judicial con su nuevo mandamás al frente? Han hecho el mayor de los ridículos, se han denunciado los unos a los otros sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, con un grado de crueldad impropio de seres con un mínimo de piedad; algunos de ellos, además, olvidan sus propios gastos en distintos viajes de carácter cultural cuando, de nos ser miembros del Consejo, nadie los hubiera invitado ni a Alcorcón de los Ciruelos pues, al menos en una importante minoría, no han escrito ni un solo artículo doctrinal digno de ese nombre. No obstante, posan ante las cámaras muy contentos.
Al mismo tiempo, Zapatero es fotografiado con el cardenal Cañizares para desarrollar un debate intelectual. ¿De qué hablará? Nuestros políticos se han convertido progresivamente en cómicos, y no parecen ser conscientes de ello. Sin embargo…¿No será que mi propia estructura cerebral me está engañando? A lo mejor el tonto soy yo.
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