Israel es Occidente, es cierto, y si cae estaremos en peligro. Sería estúpido no tenerlo en cuenta, pero eso no puede impedir pensar. En este momento, millones de hombres están salmodiando la misma azora, la primera de ellas, que se utiliza a manera de plegaria: “Dueño del día del juicio, a ti te adoramos y a ti pedimos ayuda, condúcenos al camino recto, camino de aquellos a quienes has favorecido, que no son objeto de tu enojo y no son los extraviados”. La belleza del Corán deriva de su expresión en árabe, la recitación y la musicalidad. Desde Indonesia a Marruecos, los minaretes lo están propagando, y quienes hemos vivido allí conocemos su fuerza.
Es significativo que absolutamente todas las azoras se inicien calificando a Dios en la misma forma: “el clemente, el misericordioso”. En la Biblia, la divinidad se manifiesta mucho más cruel. En la excelente película “The believer” se narra la historia, al parecer real, de un judío que reniega de su religión, y se convierte en nazi por despecho hacia un ser que ha sido capaz de someter a Abraham a la injusta prueba de sacrificar a su hijo. ¿Es necesario que muera Isaac para demostrar su poder? Una exhibición tan grande de soberbia, y de vanidad, no podría expresar la suprema bondad.
Es verdad que El Corán tiene aspectos, como el derecho de golpear a la mujer (4,34), incompatibles con el mundo moderno pero la evolución histórica ha sido siempre dueña de la interpretación de los textos, y los puede cambiar. La única diferencia esencial entre ellos y nosotros está en el desarrollo, es decir, en la utilización de la ciencia y de la técnica. Alexander Pope explicó con enorme talento lo que hizo de Occidente el mundo en el que vivimos: “La naturaleza y sus leyes estaban ocultas en la noche. Dios dijo hágase Newton, y la luz fue hecha”. Desde que se legitima la inteligencia, las reglas de funcionamiento del universo pueden ser comprendidas, y el hombre tiene derecho a servirse de ellas para ser feliz.
La inmensa mayoría de los países musulmanes no han podido darse cuenta de ello. El integrismo es una respuesta psicológica: cuando has fracasado tiendes a refugiarte en certezas simples, sobre todo, si un día sirvieron para elevar a tu comunidad entre las más poderosas de la tierra. Además, habrá que destruir a los culpables, que ahora están sumidos en una arrogante decadencia, y prefieren vivir y no morir. Es casi imposible ya una solución; si alguna hubiese estaría en el avance cultural, es decir, en el dinero que no estamos dispuestos a dar. Hamas es terrorista, pero si tenemos que matar a toda una población para eliminarla, nada habremos conseguido. Israel somos nosotros, pero precisamente por eso…
No hay comentarios:
Publicar un comentario