martes, 11 de noviembre de 2008

Senderos que se bifurcan

Para Borges, en “El jardín de los senderos que se bifurcan, el hombre no sigue un camino único. Puede interpretar a la vez el papel de asesino, asesinado y testigo del hecho; mientras juzga puede ser juzgado, es capaz de amar y matar al objeto de su pasión. Todo esto, y mucho más, puede hacerlo al mismo tiempo, sólo que en espacios distintos. Al actuar, se nos abren miles de perspectivas y no es verdad que elijamos una, las tomamos todas. Sólo que somos conscientes únicamente de la que en cada caso vivimos, lo que viene a coincidir con las últimas teorías de la física, según las cuales el Big Bang no habría sido un episodio insólito en la historia de la materia, todo lo contrario, el número de universos paralelos sería infinito.

Si es así, podríamos aventurar un juego: supongamos que exista otro lugar del universo en el que el día 15 de junio de 1977 no se hubieran desarrollado en España las primeras elecciones democráticas. Habría sido la fecha de la proclamación en nuestro país de la Dictadura del proletariado. La propiedad privada de los medios de producción eliminada, y el Partido Comunista instituido como partido único. ¿Qué habría pasado con nuestros actuales dirigentes políticos? En esencia, nada.

Pepiño Blanco, portavoz del Soviet Supremo, todos los días nos recordaría las bondades del sistema, y nos prevendría contra las perfidias del capitalismo y de la tramposa socialdemocracia. Javier Arenas, que dirigiría una fracción minoritaria, respetuosa con las líneas maestras del poder, estaría conspirando, ciertamente con un salero poco ortodoxo, con los elementos desplazados de la última purga. Ibarretxe también tendría su papel: desde la presidencia del soviet de las nacionalidades, expresaría un discurso duro, estalinista, lleno de improperios contra las degeneraciones pequeño burguesas de los autonomismos.

Finalmente, Zapatero, secretario general del Partido, se habría convertido en la mejor expresión del lado humano del comunismo, aun cuando los insidiosos bromeasen con su carencia de nivel marxista. Todo habría cambiado, pero ciertamente todo seguiría igual, y no digamos para un pueblo encantado de haberse librado de los horrores del mercado y con la convicción de hallarse en el mejor de los mundos, a diferencia del resto de los países de Occidente sometidos a los dictados de los Estados Unidos. La prensa estaría controlada desde arriba, ciertamente, pero la verdad que en eso la diferencia sería todavía menor.

¿Y los viejos militantes del PC acostumbrados a las cárceles del franquismo? ¡Vaya por Dios! Seguirían en prisión, sólo que ahora por desviación derechista. Es lo que le pasa a la gente honesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario