Hace pocos días, la inmensa mayoría de los periódicos de difusión nacional dedicó sus primeras páginas a una información según la cual la txupinera de las fiestas de Bilbao (¡sepa Dios cuál pueda ser su exacta función!), hermana de un preso etarra, había recibido un sobre con una bala. El texto venía acompañado de una fotografía, no se sabe bien si más ridícula que cómica, en la que aparece mirando a las cámaras, encantada de sí misma, vestida con atuendo bien folklórico, y asumiendo actitudes de mujer heroica, muy por encima de las amenazas centralistas de “los de Madrid”. Aparte de constituir un monumento al despropósito, cabría preguntar por el interés real del tema.
La bala que le habían mandado podía obedecer a una broma macabra, a simple pitorreo o, efectivamente, a un serio intento de intimidación por parte de fanáticos desalmados. Cualquier cosa es posible, pero absolutamente ninguna de ellas parece tener la más mínima relevancia, y menos para merecer titulares de primera página. Todos los días, en una sociedad tan radical como la de Euskadi, los militantes de las distintas formaciones políticas (unos más que otros desde luego) han estado amenazándose en las formas más burdas posibles, y no digamos en centros rurales dominados por el mundo batasuno. ¿Qué necesidad hay de proporcionar munición a los amigos de Eta? Es verdad que una noticia debe ser suministrada en forma neutral, independientemente de a quién pueda beneficiar. Pero, en este caso, lo que se nos ofrece es una mera anécdota carente de significado, luego nos quejamos de la crisis de la prensa…
Cuando estudiaba en la primitiva escuela de periodismo de La Laguna, los profesores nos enseñaban a distinguir los datos serios de los que no lo eran. Los buenos periódicos lo sabían hacer, y en el diario de mi infancia, el España de Tánger, las noticias frívolas, los sucesos y los chismes tenían su sitio bien determinado: la última página, de donde no debían salir, a no ser que pretendieras degenerar hacia el puro y simple amarillismo. Desde luego, es una opción como otra cualquiera pero si se sigue por ese camino, en bien poco tiempo, nos quedaremos sin prensa.
Es sabido que el diario, como lo conocemos, nace con la Revolución francesa: Brissot dirigía el "Patriota Francés"; Condorcet "La Crónica de París"; Laclos "El diario de los jacobinos"; Fauchet "La Boca de Hierro"; Tallien "El amigo de los ciudadanos" etc, etc. Si, a la vista de un mundo que se tambaleaba, y de una Monarquía condenada a la guillotina, alguien les hubiese hablado de la carta a una “txupinera” se hubieran carcajeado sin pudor. Doscientos años después, una chica de Bilbao arrebata las portadas a María Antonieta, puede que ésa sea la verdadera noticia.
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