sábado, 19 de noviembre de 2011

El macho dominante

Creemos que nos comportamos como seres inteligentes cuando en realidad nuestro inconsciente sigue condicionado por su pasado animal. Muchas especies no pueden entenderse sin las vicisitudes del “macho dominante”, que para dominar la manada necesita demostrar su fuerza sobre los demás. Su vida es una permanente alerta, pues cada poco tiempo le surgirán rivales deseosos de ocupar su lugar. Además, siempre cabe la posibilidad de que todos los débiles se unan contra él…Por más que el gorila se de golpes contra el pecho, llegará un tiempo en que tenga que inclinarse ante otro que se los dará mejor. En materia de poder, los hombres se asemejan mucho a los monos en celo aunque digan actuar en nombre de la fría razón.

Un politólogo “progresista” dirá que el motor evolutivo de las sociedades humanas ha sido, al menos en los últimos siglos, la lucha por la igualdad. Y es cierto, a través de un largo camino en el que pueden destacarse la emancipación de los siervos en Rusia en 1861, la abolición de la esclavitud en Norteamérica, y la lucha de clases en la vieja Europa, se han consolidado sociedades justas y sanas como nunca antes se había visto. ¿Pero no habrá algo más? Al estallar la revolución francesa, la burguesía se encontraba en una situación de dominio económico muy superior al de la nobleza. Fueron los privilegios honoríficos los que la impulsaron a la acción. ¿No tuvo algo que ver la envidia?

Se ha dicho que los hombres excesivamente brillantes acaban siempre en la cárcel, se podría decir que también en la hoguera o en el exilio. Con los españoles siempre ha sido así, desde Miguel Servet a Goya. Las grandes personalidades poseen un magnetismo que origina tanto atracción como repulsa, y al final esta última se suele imponer. En la lucha por el poder, los tiranos físicos fueron desplazados poco a poco por los constructores de palabras, los que hablaban bien: el guerrero se vio sustituido por el chamán. ¿No lo era Kennedy? Al final, todo el mundo sabe como terminó. El discurso ante el muro de Berlín fue pura poesía en un mundo que rechaza incluso a los poetas.

¿Por qué ha sido posible Berlusconi? Porque se ha desarrollado una conjura de los necios que ya no quiere seductores de ninguna clase, ni siquiera de la inteligencia. En el reino de la mediocridad, la igualdad habrá sido perfectamente realizada, pero por abajo. Nadie podrá ser más que nadie, pues la uniformidad debe ser incluso mental. Un mundo de charlatanes y payasos no tiene ya nada que envidiar, y habrá tenido lugar la última y definitiva revolución: la diferencia personal desaparecerá. De un universo de machos celosos y fuertes habremos pasado al de los idénticos robots, ¡menuda evolución!

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